Por: Mauricio Méndez Campos
Las tres grandes religiones abrahámicas, junto con todas sus variantes, tienen en su deidad, una representación eminentemente masculina. No recuerdo un pasaje en el Antiguo Testamento que declare un género para este ser, pero la encarnación masculina de Jesucristo parece aclarar entre líneas el misterio. Hoy en día, este grupo de religiones agrupan a la mayor cantidad de fieles, con una estructura dominada por varones. Pero no siempre fue así en las distintas culturas de la humanidad. En las civilizaciones de antaño, las deidades femeninas estaban a la altura de sus pares masculinos. En este blog haré un breve recuento de diosas de la antigüedad.
Un común denominador de nuestros ancestros era asignar a cada fenómeno, astro, elemento natural, animal, etcétera, un dios. El único límite, como siempre, fue la imaginación. Los orígenes son variopintos, desde tratar de explicar lo arcano, como instrumentos de coerción social o últimamente, visitas de civilizaciones más avanzadas. Si bien, hay diosas que son patronas de dominios ocupados tradicionalmente por dioses masculinos, la mayoría son símbolos propios de la feminidad. Para escribir esto, investigué a algunas de las culturas más representativas de la época: mexica, inca, celta, greco romana, yoruba, egipcia, mesopotámica, hinduista, china y japonesa (entre paréntesis las equivalencias romanas de las griegas).
Diosas Madre
Siempre que se menciona a las diosas 'madre', seres de carácter universal, la primera que se me viene a la mente es Isis, patrona de Egipto. Junto con su pareja, Osiris, llevaron la civilización a los pueblos del Nilo. Se le atribuía la maternidad, salud, magia, sabiduría y estaba presente en los ritos funerarios para obtener favor de su esposo, juez del inframundo. En China, se veneraba a Nüwa, que no solo trajo la civilización, como Isis, sino que además junto a Fuxi, su esposo, creo a la humanidad. En la vecindad china, los japoneses adoraban a Izanami que también era creadora del mundo junto a su pareja Izanagi, además de señora de la muerte.
Antes de describir a las tres principales diosas hindúes, debo señalar que las anteriores tienen pareja masculina, pero no están sometidos a ellos, como ocurre por ejemplo en el panteón griego. Son sus pares y tan importantes como ellos. En el panteón del hinduismo se reconocen tres dioses principales, el 'Trimurti', conformado por Brahmá, Visnú y Shiva, los cuales están acompañados por figuras femeninas, las Deví: Saraswati (conocimiento y artes), Lakshmi (belleza y buena suerte) y Parvati. Esta última representa al prakriti, energía universal. Junto a su pareja, Shiva, representan a la materia y energía del universo. Debo confesar que este fue el panteón más complicado de entender.
Las seis de antes son acompañadas por parejas, pero hay diosas que encuentro independientes. Dentro de la tradición yoruba (Nigeria) existe la importante figura de Yemayá, señora del mar, la fertilidad, la familia, procreadora de los demás dioses yorubas, entre otros. Mi sorpresa fue grande al descubrir que el culto a esta divinidad sigue vivo, tanto en África, el Caribe y Brasil.
Otra de las divinidades independientes, en mi opinión, arquetipo de power girl, es Ishtar. La todopoderosa diosa mesopotámica. Patrona del amor, la belleza, la fertilidad, la vida, la muerte y la guerra. Importante, era la diosa de la prostitución y de quienes lo practicaban. Su importancia es tal, que en los pueblos que la adoraban, hombres y mujeres eran civilmente iguales. ¡Y los griegos, machistas que eran, los consideraban bárbaros!
Morrigan, para los pueblos celtas, era otra power girl: diosa de la guerra, la muerte que da paso a una nueva vida y el amor. No me queda claro si las diosas Dana, Brígida y Anu son equivalentes de Morrigan, pero ellas a su vez representan, además de los atributos de la primera, a la fertilidad.
En nuestra tierra, nuestros ancestros veneraban a Coatlicue, que junto a sus hermanas Chimalma y Xochitlicue eran las patronas de la fertilidad, la vida y la muerte. A su vez, Coatlicue también es conocida como Tonantzin y Cihuacoatl. Algunos creen que este culto a diosas madre permitió la rápida aceptación de su equivalente católico durante la colonia española.
La Tierra
Como la fuente de todo lo que tenemos y nuestro hogar, la mayoría de las representaciones divinas son femeninas. El caso más famoso es el de la griega Gea (Terra o Gaia) madre de los Titanes y abuela de los dioses Olímpicos. Gea representa la totalidad de la tierra, que engendró sola a Urano, el cielo, para procrear al resto de divinidades. Para los Incas, la última gran civilización de los Andes, Pachamama era la representación equivalente. Y para las distintas culturas mesopotámicas, este papel lo fungía la diosa Ninhursag.
La Luna
Es increíble la relevancia del astro que acompaña a nuestro planeta para nuestros ancestros. Es entendible, los ciclos lunares significaban certeza a la hora de medir el tiempo: temporada de cosechas y estaciones climáticas sobre todo. Selene para los griegos, Bastet en Egipto, Chang'e en China (de hecho así se han llamado las sucesivas misiones de exploración al satélite de parte de esa nación). Metztli para los mexicas. Esta es una posible raíz toponimia del nombre de nuestro país.
Fertilidad, parto y menstruación
Así como la tierra da vida, una mujer también es capaz de semejante entelequia. Las deidades que representaban este acto, debían ser mujeres. En Grecia, Artemisa (Diana) era la patrona de los nacimientos, de la salud de las mujeres y de la virginidad. En el mismo panteón, la titánide Rea representaba a la menstruación. Para los mexicas, Chalchiuhtlicue también era la diosa de los nacimientos.
Las japonesas encontraban en Ama no Uzume a quién rezarle para pedir fertilidad, quien además era diosa de la felicidad y la danza. Mama Quilla, en la cultura Inca representaba al ciclo menstrual y era protectora en general de la feminidad. En Mesopotamia, Anunitu era la protectora de los partos y Anat, de la fertilidad. A su vez, en Egipto, las mujeres rezaban a Hathor, madre de varios dioses, para obtener fertilidad en sus vientres y a Bastet para buscar protección durante el embarazo.
Fertilidad (agricultura)
Una vez descubierto el proceso agrícola, era imperativo asegurarse de cualquiera manera la fertilidad de la tierra. Démeter (Ceres) era la diosa de la agricultura griega. Su latinización, Ceres, es la base toponimia de cereal. En las islas niponas, veneraban a Uke Mochi con el mismo propósito.
Matrimonio
Para esta institución, que no fenómeno natural, las mujeres concibieron protectoras y patronas. Hera (Juno), la tempestiva esposa de Zeus, del panteón griego. La aludida Mama Quilla, en los incas. Y Sati, en el hinduismo, proporcionaba la felicidad marital a las féminas devotas.
Belleza y amor (sexual)
Uno de los símbolos por excelencia de la sagrada feminidad. Los helenos concibieron en Afrodita (Venus), una de los Doce Olímpicos, símbolo de belleza, amor y el éxtasis sexual. Completan su rito las Cárites, tres diosas que la acompañaban: Aglaya, Eufrósine y Talia. Al norte, los pueblos nórdicos veneraban a Freyja como equivalente. Para los mexicas, Xochiquetzal poseía los atributos de Afrodita, además de ser la patrona de las flores. Las ya mundialmente famosas cempasúchil, estaban consagradas a ella.
Sabiduría
La representante por excelencia de los que se dedican a la filosofía y las artes es la griega Atenea (Minerva), protectora de la ciudad que lleva su nombre. Las mencionadas Isis y Saraswati también tenían este atributo. En el hinduismo, Tara también representa la sabiduría.
Salud (medicina)
Dicen que uno de los primeros alivios del enfermo es recibir el amor maternal. En ese tenor, hay diosas con este patronazgo. La ya referida Isis en Egipto, Toci, para los mexicas. Los habitantes de mesopotamia tenían a Baba y a Ninkarrak.
Elementos naturales
La propia Tierra era representada mayoritariamente por figuras femeninas. Aunque la imagen del resto de elementos (agua, aire y fuego) tenían diversos géneros en las distintas culturas del mundo. Para los incas, los cuatro elementos eran deidades femeninas: Mama Cocha (agua), Mama Nina (fuego, luz y volcanes), Mama Wayra (aire) y la mencionada Pachamama (tierra). Coyllur, a su vez, ideaba a las estrellas. En Mesopotamia, Ninlil era la diosa del aire. Los egipcios, a través de Anuket, agradecian la milagrosa agua del Nilo.
Guerra
Un papel predominantemente masculino, encontrar divinidades femeninas es raro. Los egipcios tenían en Sejmet una poderosa figura, que además del conflicto, también era la creadora del desierto y protectora de los gobernantes. Los mexicas, pueblo guerrero por excelencia, rendía culto a Itzpapálotl (si, de donde viene el nombre para 'papalote'), que además era patrona de los sacrificios humanos. Además de Morrigan, mencionada líneas atrás. Sin ser diosas, las amazonas, en la mitología griega y las valkirias, en la nórdica representan la capacidad de las mujeres de ir a la guerra.
Muerte e Inframundo
Al igual que la guerra, la muerte y el inframundo están tradicionalmente representados por sus contrapartes. Aún así, los nórdicos tienen a Hela, señora del inframundo de las muertes desdichadas. No es una fuerza destructiva, a pesar de la ficción moderna creada en torno a ella. Las culturas de Mesopotamia tenían en Ereshkigal la misma figura.
Patronazgos curiosos
Finalmente, los siguientes patronazgos son únicos, no encontré equivalentes en otras regiones, ya sea porque los titulares son figuras masculinas o porque obedecen a las características de cada cultura. Temis, la representante de la justicia para los griegos. Ananke y sus hijas, las parcas: Cloto, Láquesis y Átropos, deidades del destino. Nike, compañera de Atenea, es la diosa de la victoria y el deporte (cuyo nombre es tomado por la famosa empresa deportiva). Hécate, diosa de la magia, la hechicería y en general de artes místicas en el Mediterráneo.
Skady, que da nombre a Escandinavia, era la diosa del invierno en la cultura nórdica. Seshat, protectora de libros, escribas y bibliotecas en Egipto. La aludida Hathor, tal cuál Dionisio, era la diosa de las fiestas egipcias. Por lo general, el Sol está representado por un dios, pero en la religión japonesa encontré la única deidad femenina para este astro: Amaterasu. Me lleve una sorpresa que los incas tuvieran una diosa ¡para el maíz!, Mama Sara. Epona, era la señora de los caballos en los pueblos celtas. Finalmente, Oshun, del pueblo yoruba es la divinidad del oro, a quién se le reza para buscar fortuna monetaria.
Al principio de esta entrada, comenté la naturaleza androcentrista de los cultos abrahámicos. Aún así, contamos con el culto a la Virgen María y todas sus manifestaciones en el cristianismo, la importancia de Fátima para el Islam y dentro del judaísmo, el 'milagroso' embarazo de Sara, esposa del propio patriarca Abraham, a los 90 años. Me atrevo a afirmar que hay muchos católicos mexicanos que le rinden más culto a la Virgen de Guadalupe que a la propia Trinidad. Es evidente que estas no son todas las deidades, pero son culturas representativas que demuestran la importancia femenina desde los albores de la humanidad.
Los movimientos feministas actuales no creo que traten de 'conquistas sociales', sino más bien de recuperar la importancia que la feminidad siempre tuvo y debe tener. He escuchado que este día se 'conmemora', no se celebra. No concuerdo, hay muchos motivos para celebrar la sagrada feminidad, todos los días. ¡Vivan las mujeres! Feliz 8 de marzo.
Lecturas adicionales:
Recomiendo los siguientes blogs de Javier Sanz en 'Historias de la historia' sobre Ishtar: